Lo pequeño y lo enorme

Sestear pálido y absorto
junto a la candente tapia del huerto,
escuchar entre los ciruelos y los rastrojos
chasquidos de mirlos, rumor de sierpes.

En las grietas del suelo o sobre la arveja
espiar las filas de rojas hormigas
que ora se rompen ora se trenzan
sobre minúsculos montículos.

Observar entre frondas el palpitar
lejano de escamas de mar
mientras se elevan trémulos crujidos
de cigarras desde los calvos picos.

Y andando bajo el sol que ciega
sentir tristemente maravillado
que está toda la vida y su fatiga
en este recorrido de una tapia
coronada de trozos de botella.

Huesos de sepia, Eugenio Montale. Igitur, 2000
Traducción de Carlo Fabretti.




Sestear pálido y absorto
cerca de un muro hortense ardiente,
dar oído entre zarzas y brezos
al restallo de mirlos y sierpes.

En las grietas del suelo o en la algarroba
espiar filas de rojas hormigas
que ora se rompen y ora se embrollan
encima de gavillas minúsculas.

Observar entre fronda el palpitar
lejano de escamas de mar
mientras se elevan trémulos crujidos 
en calvos picos, de cigarras.

Y andando en el sol que deslumbra
sentir con triste maravilla
cómo toda la vida y su miseria
está en este seguir una muralla
erizada de trozos de botella.

En Una experiencia de la poesía: Eugenio Montale, de Armando Uribe Arce y publicado en El espejo de papel, Cuadernos del Centro de Investigaciones de Literatura Comparada (Universidad de Chile), en 1962.


Lo pequeño, lo minúsculo, es contrapuesto aquí –como en prácticamente toda la poesía de Montale– a lo desmesurado e inhumano habitual, al "sol que deslumbra". El poeta "espía" una vida que no es la suya, participa en cansado deseo (y sería un deseo adolescente, a juzgar por la fecha de este Meriggiare, 1916, y la de su nacimiento según los datos de Anceschi, 1896), interviene por anhelo de anulación de la conciencia en "le file di rosse formiche" o quisiera reducirse a los ásperos cantos de la cigarra. Pero, al revés de lo deseado, la conciencia se aguza, y omnipresente respecto a toda posibilidad de percepción en cada instante registra también, junto a lo mínimo, lo enorme que no se abarca: "palpitar / lejano de escamas de mar". De ahí, de ese doble dolor de una responsabilidad ante lo minúsculo y un temor reverente a lo mayúsculo, que no logran anularse mutuamente y en que el hombre, este hombre, Eugenio Montale, tampoco se anula sino crece a pesar suyo diferenciado, de aquello emana y se consolida en cristales fragilísimos y perpetuos la "triste maravilla" del poeta, su "vida y su miseria", "travaglio" como dice el italiano –usando la palabra en un sentido que acaso sólo conserva en español si es plural y se aplica al parto–, "este seguir una muralla / erizada de trozos de botella". Págs. 25-26.



     Meriggiare pallido e assorto
presso un rovente muro d'orto,
ascoltare tra i pruni e gli sterpi
schiocchi di merli, frusci di serpi.

     Nelle crepe del suolo o su la veccia
spiar le file di rosse formiche
ch'ora si rompono ed ora s'intrecciano
a sommo di minuscole biche.

     Osservare tra frondi il palpitare
lontano di scaglie di mare,
mentre si levano tremuli scricchi
di cicale dai calvi picchi.


     E andando nel sole che abbaglia
sentire con triste meraviglia
com'è tutta la vita e il suo travaglio
in questo seguitare una muraglia
che ha in cima cocci aguzzi di bottiglia.


Ossi di Sepia 1920-1927

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